Si hay libros que me gusten, son los que se preocupan de temas interesantes, y al autoestima es uno de ellos.
Por eso, cuando mi querida prima le regaló este libro a Diego, nos encantó. No lo conocíamos, pero sólo con el título nos encandiló.
¡Sé tu mismo y nada más!
En el libro nos va contando como cada personaje quiere tener algo, o ser algo distinto a como es.
El que tiene el pelo rizado lo quiere liso, el que es viejo le gustaría ser más joven, o la que tiene una boca grande, no le gusta.
¿Os suena de algo esto? Lamentablemente, a mí sí. Vivimos en una sociedad en la que la belleza está sobrevalorada, y sobretodo un tipo de belleza.
Los cánones de belleza distan mucho de lo que la mayoría de los mortales tenemos en nuestro físico. Y lo peor de todo es que esto muchas veces se lo transmitimos a nuestros niños.
Debemos tener en cuenta que los niños aprenden todo por imitación, y se empiezan a relacionar en el mundo a través de como estamos nosotros en él.
Si cada vez que nosotros nos miramos a un espejo y decimos, ¡mira que michelín!, ¡vaya pelo estropajoso! ¡vaya ojeras! (esto último viene de serie cuando eres madre). Pues claro nuestros hijos aprenden que tener un michelín está mal, que el pelo que tienes es motivo de disgusto y que las ojeras son lo peor…
Y realmente creo que este es uno de los peores mensajes que le podemos dar a nuestros hijos.
Hay que querer a nuestro cuerpo, y transmitirles a nuestros hijos que son perfectos como son. Que la belleza es individual y cada uno somos guapos. Que los cánones de belleza actuales no son los cuerpos de la mayoría, y que tal y como son, son perfectos.
Y cómo dice el tío Marcial:
¡Sé tu mismo y nada más!
Espero que os animéis a trabajar con vuestros hijos la autoestima, y que la próxima vez que os miréis delante del espejo empecéis a querer más a vuestro cuerpo.